No tengo una forma fácil de explicar esto pues no quiero
hablar en términos materiales y sin embargo no niego que descubro en muchas de
estas personas, esa pobreza y miseria material, pero no se dejen engañar por
los clasismos pues mansos y humildes de corazón hay pocos.
Los bienes de los homo sapiens sapiens actuales no son solo
este exceso de productos, ni tan solo sus ideologías o creencias, tampoco sus
nacionalismos, partidismos, equipos deportivos y quien sabe que otros vínculos más,
no esos no son solo los bienes de nuestra especie, pues estos son tan dueñ@s y
propietari@s de sus vanidades como de eso que no ponen en un examen de
consciencia.
No sé si tengan un nombre, pero a diario poseemos actitudes
vitales que no nos atrevemos si quiera a cuestionar, valores que no queremos
confrontar a los pies de Cristo, cosas que no queremos cambiar o seguridades
que no queremos perder, es toda una gama de “cosas” que no cuestionamos.
En mi camino también me ha pasado, metido en este sendero
donde a veces se politiza la sexualidad, fue duro cuestionarme abiertamente
sobre si ella estaba “bien”, sin considerar lo político, lo científico, aun lo
religioso… solo sentándome y poniendo en manos de Dios lo que en ese momento me
hacía, me movía o que era mi bandera y tan solo decir: Hágase tu voluntad.
Dolió y fue muy fuerte y al final más allá delas formas, encontré,
el porque eran o estaban en mi vida y debían ser una bendición; pero no crean,
no ha sido lo único y no todas las bendiciones vienen, en un sentido metafórico,
como un hada madrina al rescate, no siempre es mana que cae del cielo a veces
es dolor que redime y en esos momentos cuánto cuesta decir: Hágase tu voluntad.
La prueba a todo amor humano es la capacidad de permanecer en
este estado “de amor”, en el dolor, sin que se convierta en el perverso sadismo
de quien permanece en situaciones de dolor autodestructivas o de quien evita el
dolor como si este mismo no hiciera parte de nuestra naturaleza, más difícil aun
es comprender, que el amor también es dejar ir y despojarnos de lo que nos
pertenece, con Dios, hasta el yo soy.
Cierra tus ojos, contempla los pies de Cristo… acércate a él
humildemente e imagina que tienes un maleta, alforja, cartera, maletín o
maricartera, algo muy tuyo, muy personal, ese objeto define tu personalidad…
Ahora se te pide una ofrenda y la sacaras de allí, porque allí
la tienes guardada, será algo personal que no darías a nadie, no un sobrante
sino algo valioso, no tu carga sino tu alhaja, lo más hermoso que consideres que
tienes en tu vida…
Ahora te dicen que no vas a poder recuperar eso… lo repito,
si lo entregas no lo vas a poder recuperar… ¿tienes claro que no lo recuperaras?…
Ahora miremos un poco que podría ser, quizás eso que te hace
o define tu identidad, aquellas cosas que guardas celosamente en tu caja
fuerte, ese ser amado, tener la razón, la verdad, o quizás ese derecho que
consideras tienes, tu hijo o hija, tu madre o madres, tu padre, o padres, la
casa, tu esposo o tus esposos, tu esposa o tus esposas, las amistades, pareja,
novio o novia…
No olvides, lo que sea y tan valioso como sea, al entregarlo
no podrás recuperarlo… tu iglesia, tu nación, tu equipo deportivo, tu día de
descanso o como descansas, tu trabajo, tu última pieza de pan…
Si ya pudiste hacerlo, ¿ahora esperas que te diga que Dios te
lo regresa o te lo cuida? Nooo, eso no va pasar, porque este es un ejercicio
extremo, así que te pido que sueñes que lo toma y ya no te lo da más. No
regreso, no se lo dio a nadie, solo no está ya más... ahora lentamente abre los
ojos.
Si de corazón lo has hecho, te puedo decir algo, si eso
permanece en tu vida es porque Dios lo quiere así y lo quiere para hacerlo una
bendición. Solo en Dios, con Dios y para Dios, no hagas este ejercicio de
entrega con seres humanos, instituciones o creencias, solo en Dios, con Dios y
para Dios.
Si hiciste el ejercicio, ahora entiendes a qué dolor me refería
y cuán difícil es, después de esto solo te pido que diariamente escudriñes
hasta en el último rincón de tu alma y no solo entregues lo que te sobra sino
todo de lo que eres dueño y valoras, todo tu suelo, tus columnas, tu edificios,
todo lo que en ti sea metafóricamente esto; y entonces entiendas porque no hallaba
la palabra para eso que tanto nos cuesta darle a Dios.
¿Y para qué? Para que no experimentes el verdadero y único
estado de miseria del que no te redime nadie, ni aun Dios, porque él no es
ladrón para quitarte tus propiedades, pero te aseguro ninguna de esas valiosas alhajas
es eterna y en tu lucha contra su “mortalidad” te envilecerás más y más.
Las propiedades necesitan armas para defenderlas decía un
Santo que me cae rebien, ese es el trágico destino de todo lo que ponemos por
encima de Dios, aun nuestras imágenes de él (no me refiero a las materiales
solamente), creencias, iglesias, etc… Saben y somos conscientes que Dios por
ser un ser real, no necesita quien lo defienda, que se basta así mismo si así
quiere.
Les aseguro que si mañana no hubiera ya un cristiano por x o
y razón, a la media hora de desaparecer, Dios ya se le habría revelado a otros
cientos, igual puede que yo no te pueda probar a la existencia de Dios y que
esta generación malvada no merezca ni un milagro, pero así y todo te digo “Dios
está ahí”, y digo Dios, porque para mí es tan solo un nombre, no le pongo ni sexo-género
a Jesucristo.
Y no digo más, solo resta abandonarme en su voluntad, no soy
santo y si quiero serlo, por eso renuevo mi hágase, sabiendo que todavía tengo
cosas que me cuesta entregarle a mi Señor… que mal sumiso soy jejjeje L. Bendiciones…
Jesús manso y paciente de corazón has mi corazón como el
tuyo.
Joseph
Alain Gii
José Ramiro Velásquez
G.